¡Oh vosotros, quien quiera que seáis, rústicos dioses que en este inhabitable lugar tenéis vuestra morada, oíd las quejas deste desdichado amante, a quien una luenga ausencia y unos imaginados celos han traído a lamentarse entre estas asperezas, y a quejarse de la dura condición de aquella ingrata y bella, término y fin de toda humana hermosura!
Capítulo XXV, 1ª parte
—Dios os lo perdone, amigos, que me habéis quitado de la más sabrosa y agradable vida y vista que ningún humano ha visto ni pasado. En efecto, ahora acabo de conocer que todos los contentos desta vida pasan como sombra y sueño o se marchitan como la flor del campo. ¡Oh desdichado Montesinos! ¡Oh malferido Durandarte! ¡Oh sin ventura Belerma! ¡Oh lloroso Guadiana, y vosotras sin dicha hijas de Ruidera, que mostráis en vuestras aguas las que lloraron vuestros hermosos ojos!
Capítulo XXII, 2ª parte
—Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más
desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta
verdad. Aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado
la honra.
—Eso no haré yo, por cierto —dijo el de la Blanca Luna—:
viva, viva en su entereza la fama de la hermosura de la señora Dulcinea
del Toboso, que solo me contento con que el gran don Quijote se retire a su
lugar un año, o hasta el tiempo que por mí le fuere mandado, como
concertamos antes de entrar en esta batalla.
Capítulo LXIV 2ª parte